sábado, 12 de julio de 2008

“Nuevos sentidos para repensar la Enseñanza y el Aprendizaje”

¿A qué llamamos enseñanza?

Una maestra enseña el nombre escrito a un alumno, una madre guía a su hija en el desarrollo de una tarea, los abuelos corrigen una actividad escolar a su nieto, una profesora plantea una situación problemática a su grupo de estudiantes conduciéndolos en el desarrollo de habilidades y competencias de pensamiento… ¿Qué tienen en común esta diversidad de prácticas?

En primer lugar, podemos afirmar que los actores tienen la intencionalidad de transmitir un saber válido, involucrándose en una acción voluntaria y conscientemente dirigida a otra persona.

El autor Gary Fenstermacher (1989), se pregunta qué debe haber en una actividad para que se la llame enseñanza. En un sentido genérico, él nos responde que tienen que darse cinco elementos:

1.Hay una persona (P)
2.Que posee cierto contenido (C)
3.Trata de transmitirlo a otra persona (R)
4.Que inicialmente carece de aquel contenido
5.De modo que ambos sujetos se comprometen en una relación a fin de que R adquiera el contenido.

En suma, en la actividad de enseñanza están implicados dos sujetos en una relación a fin de que la persona que posee un saber trata de transmitírselo a otra persona que no conoce ese contenido. Quienes enseñan buscan transmitir un conocimiento válido, socialmente justo y éticamente valioso. La enseñanza es un acto de transmisión cultural con intenciones sociales.

Enseñanza y Aprendizaje…

Fenstermacher, nos sugiere que el secreto del aprendizaje no reside en la enseñanza, sino en lo que el propio alumno es capaz de hacer al aprender.

El autor afirma que en la trama de nuestro lenguaje cotidiano, hemos de confundir la relación semántica entre enseñanza y aprendizaje como una relación de causalidad. Esto se debe porque ambos conceptos mantienen un vínculo de dependencia ontológica. Esta conexión estrecha está dada porque si nadie aprendiera sería difícil imaginar que pudiéramos disponer del concepto de enseñar. Porque si el aprendizaje no se produjera nunca entonces qué sentido tendría enseñar. Tan imbricada es la relación que solemos confundir, con facilidad, relaciones ontológicamente dependientes con relaciones causales. Un error.

Si bien el concepto de enseñanza depende de un concepto de aprendizaje, no hay que confundir esta relación con la presuposición que una cosa es causa de la otra. En otras palabras, no toda enseñanza provoca aprendizaje. Aunque su proceso esté bien organizado, los resultados de aprendizaje pueden variar en un modo significativo entre un alumno y otro.

Fenstermacher considera que hay un concepto mediador más armonioso con la enseñanza: estudiantar (SER ESTUDIANTE) Una tarea central de la enseñanza es permitir al estudiante realizar las tareas del aprendizaje. Por esta razón, se entiende que el aprendizaje es un resultado del estudiante y no un efecto de la enseñanza (causa).

Ser estudiante implica tratar con los docentes, tratar con sus compañeros, afrontar frente a los padres la situación de ser un estudiante y controlar los aspectos no académicos de la vida escolar.

Las tareas del enseñante incluyen instruir al estudiante acerca de los procedimientos y exigencias del rol de estudiante, seleccionar el material que debe aprender, adaptar ese material adecuarlo al nivel del estudiante, controlar y evaluar el progreso de los estudiantes.

En síntesis, en tanto que el proceso de enseñanza consiste en la intencionalidad de dar algo -ofrecer un contenido- el proceso de aprendizaje implica adquirir algo –obtener un saber/habilidad-.

¿Enseñanza exitosa o Buena enseñanza?

Fenstermacher distingue analíticamente la “enseñanza con éxito” y la “buena enseñanza” (definiciones elaboradas). Mientras que la primera refiere al logro de resultados de aprendizaje, la segunda está sustentada en valores éticos y en la validez epistemológica de aquello que se enseña. Una buena enseñanza se pregunta: Esto que enseño y la forma en que lo hago ¿es válido? ¿Favorece el desarrollo de las personas? ¿Es sostenible éticamente?

Hacia una buena enseñanza…
En una escuela inteligente lo más importante es elegir qué enseñar…

El autor David Perkins (1995) nos presenta una teoría muy buena sobre la enseñanza y el aprendizaje, él la llama Teoría Uno. Su tesis central consiste en que las personas pueden aprender más y mejor cuando tienen una oportunidad razonable y una motivación para hacerlo. Hay cuatro condiciones básicas que el docente debe preveer:

1. Información Clara: Descripción y ejemplos de los objetivos y conocimientos requeridos y de los resultados esperados.

2. Práctica Reflexiva: Se trata de ofrecer una oportunidad al sujeto que está aprendiendo para pensar reflexiva y activamente sobre el contenido de enseñanza. Estimular ideas para construir estrategias de abordaje en la resolución de ejercitaciones e incentivar su reflexión oportuna.

3.Realimentación informativa: El docente retroalimenta el proceso alcanzado por el alumno en el desarrollo de la tarea. Le ofrece consejos claros, aportes y sugerencias para que el proceder sea más eficaz.

4.Fuerte motivación intrínseca y extrínseca: El alumno se motiva porque la propuesta es interesante en sí misma, capta su atención, tiene conexión con su mundo real. Asimismo, el alumno puede obtener otros logros y recompensas extrínsecas.

La Teoría Uno reúne “un conjunto de principios que todo método de enseñanza debe satisfacer”.

Tres Prácticas de Enseñanza en las que subyace la Teoría Uno…

La instrucción Didáctica…
Quienes aprenden incorporan los saberes a partir de la acción mediadora de quien enseña. La instrucción didáctica satisface una necesidad: expandir el conocimiento sobre el alumnado. Para ello, el docente deberá ofrecer una exposición clara y correcta de la información presentada. Identificar lo que hay que hacer para explicar a los alumnos lo que están aprendiendo.

En las explicaciones, se podrá exponer con precisión las razones que originan un tema, se identificarán los objetivos y propósitos a fin de utilizar o aprender un concepto, se supervisarán y señalarán los avances en torno hacia dichos objetivos, se ofrecerán numerosos ejemplos, casos y situaciones para permitir una mejor comprensión de los conceptos en estudio, las clases prácticas articularán las exposiciones con vínculos de aplicabilidad o no de los contenidos, se enlazarán los nuevos conceptos con los saberes previos y se legitimarán un nuevo concepto o procedimiento a través de los principios conocidos por los alumnos, se apuntará a la comparación y contratación de otros ejemplos mediante el uso de la lógica.

El Entrenamiento…
Una vez que se ofreció la presentación de la temática con claridad informativa, el docente se ocupará de ofrecer trabajos prácticos, elogiar las fortalezas y rastrear las debilidades en el desarrollo de la tarea. De esta manera, los alumnos podrán realizar los ajustes pertinentes si cuentan con una instancia de realimentación. El maestro-entrenador deberá suministrar una información clara para que alumno sea capaz de reflexionar críticamente sobre aquello que está haciendo. Todas estas acciones, favorecen el vínculo entre el maestro y sus alumnos. Por ello, al mismo tiempo, se fomentan los mecanismos de motivación. Con el entrenamiento se garantiza una práctica efectiva.

Métodos Socráticos…
A través de esta forma se pretenderá colaborar en la comprensión de ciertos conceptos por parte del alumno a través de una práctica continua de reflexión, esta práctica contará con una gran motivación intrínseca. El profesor -que actuará como moderador- incentivará al grupo para que investiguen un asunto o resuelvan un enigma conceptual, se abrirá un espacio para el diálogo y discusión entre pares. Los alumnos participarán activamente: sostendrán argumentaciones, plantearán hipótesis, analizarán contraejemplos, etc. El docente animará la discusión realimentando inmediatamente con ejemplos, estímulos y críticas.

Bibliografía:

FENSTERMACHER, G. (1989), “Tres aspectos de la filosofía de la investigación sobre la enseñanza”, en: Wittrock, M., La investigación en la enseñanza I, Paidós-M.E.C, Madrid-Barcelona.

PERKINS, D. (1995) “La enseñanza y el aprendizaje: “La Teoría Uno y más allá de la Teoría Uno”, en: PERKINS, D. “La escuela inteligente. Del adiestramiento de la memoria a la educación de la mente”. Gedisa, Barcelona.

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