Más precisamente, Lash entiende que vivimos en una forma tecnológica. Esto supone que, en un mundo cibernético, los sistemas tecnológicos atraviesan el accionar de los hombres transformando su cultura y haciéndola cada vez más tecnológicamente dependiente, modificando sus tradicionales modos de socialización -contacto "cara a cara" con las personas- para alcanzar nuevas formas de vida, constituidas ahora a distancia. De hecho, nuestras experiencias cotidianas empiezan a ser digitalizadas y transmitidas a remotas distancias en un mundo vinculado por ondas que atraviesan la red. Un simple ejemplo de ello es el uso del celular, un chip que funciona procesando ondas.
En este contexto, irrumpe la Web 2.0 ofreciendo un amplio abanico de tecnologías y herramientas que posibilitan el intercambio de información y la colaboración entre usuarios para construir una mirada de conocimiento más amplia. Dado que el conocimiento es aquel que está comunicado, hay conocimiento cuando se logra expresarlo, hacerlo público, compartirlo con diversos actores para recibir nuevas significaciones. Gracias al uso de elementos mediadores, en este caso los recursos telemáticos, las culturas pueden ampliar las capacidades cognitivas de los sujetos pensantes.
En primer lugar, afirmamos que la realidad se construye en comunicación con los otros. En este sentido, cuando se comunican las ideas se extiende el pensamiento ante y por los objetos más diversos, al mismo tiempo, dialécticamente, penetra ese colectivo reticular de medios y mediaciones internalizándose en dicha mente, propiciando una cohesión social, de interacción, identidad y pertenencia un contexto dado. Por esta razón, en la acción del pensar los sujetos buscan atribuir sentido a sus actos, a los gestos, objetos y medios que los rodean, en suma, a su realidad. Este proceso sólo puede ser posible a través de la comunicación, una intención de salir al encuentro de los otros para comprender el mundo, intercambiar significados y construir y reconstruir la cultura. En síntesis, la producción de saber es relacional, cooperativa, conectiva y plural.
Cuando hablamos de una red concebimos un sistema compuesto por un conjunto de elementos conectados entre sí, un conjunto de nodos y enlaces capaz de vincularse con otros. Los nodos pueden ser personas, organizaciones, comunidades, etc. Cada elemento (nodo) puede revelar una gran heterogeneidad en cuanto al número de conexiones.
Ahora bien, cuando los nodos se conectan entre sí de formas disímil darán origen a diferentes estructuras de red, a pesar de mantener su número. Por ejemplo:
Centralizada: los nodos se conectan a través de un único nodo que concentra y distribuye la información. Los nodos no se conocen entre sí sino a través del nodo central, y si este desaparece la red se pierde.
Descentralizada: replica la estructura anterior en varias redes centralizadas. La diferencia con la red centralizada es que la información no se concentra ya en un solo actor. Todavía existen problemas, ya que cuando se cae un nodo los que se conectan a la red a través de él quedan incomunicados.
Distribuida: cualquier nodo se conecta con cualquier otro, diseminando la información de forma más eficiente y logrando que la desaparición de un nodo no afecte de forma irrevocable la estructura de la red. Esta opción que plantea una topología descentralizada es la que describe mejor las topologías de las redes en Internet, en particular las redes sociales. Uno de los aspectos más significativos de las redes sociales reside en su faz productiva, cuánto más cantidad de nodos existan en una red más rica será su estructura (valor total del conocimiento destilado por una red).
¿Por qué hablamos de redes sociales en educación?
Las redes sociales son espacios de intercambio de información y generación de relaciones. A través de ellas podemos avanzar en la producción de aprendizajes y conocimientos colaborativos, formando verdaderas comunidades de conocimiento.
Su potencial en el campo educativo reside en la posibilidad de producir, amplificar y contagiar inteligencias. Si aprovechamos las ventajas de las nuevas tecnologías para centrarnos en los colectivos inteligentes, sin duda, podremos multiplicar y optimizar sus recursos cognitivos en favor de la humanidad y con miras al futuro.
En palabras De Ugarte, se trataría de salir del “YO-Rey” (yo pienso solo) para constituir el “NOSOTROS-Red”, es decir, se trata de salir de las trincheras del pensamiento único e individual y avanzar hacia un espacio social común que se extiende como una “enredadera” aumentando sus “brotes de colaboración” en proyectos conjuntos y multiplicando continuamente enlaces, voces e ideas en un mundo cada vez más complejo.
Estamos en tiempos de cambios… sabemos que el camino es adverso e inédito, pero también es cierto que contamos con algunas señales y aportes que orientan nuestro andar. Es momento de caminar en la era del conocimiento, de ponernos en movimiento, de transformarnos en verdaderos productores del conocimiento, de animarnos a recorrer con creatividad y libertad la red para ir al encuentro de los otros miembros del colectivo inteligente, para pensar con ellos y formar comunidades reticulares bajo acciones de compromiso y participación colectiva de todos sus usuarios. De esta manera, las palabras: comunicación, socialización, interacción, participación activa, colaboración, red, creatividad, conocimiento colectivo, etc., se transformarán en huellas de sentido de nuestro caminar…
Bibliografía…
Bateson, Gregory. Pasos hacia una ecología de la mente: colección de ensayos en antropología, psiquiatría, evolución y epistemología . Buenos Aires, Lohlé-Lumen, 1998.
David Ugarte. El Poder de las redes
Lash, Scott. Crítica de la información. Buenos Aires, Amorrortu, 2005
Morin, Edgar. Introducción al pensamiento complejo. Barcelona. Gedisa. 2003.
Watzlawick, Paul - El sinsentido del sentido. Barcelona, Herder, 1995